Cada vez más gente tiene la piel de la cara muy sensible. Entre los responsables del aumento de este problema en la población se encuentra la contaminación, aunque hay otros factores como el sufrir de dermatitis seborreica, dermatitis atópica o rosácea, afecciones crónicas de la piel asociadas a una mayor sensibilidad.
La piel sensible también se conoce como piel reactiva, intolerante o irritable y puede afectar, tanto a pieles grasas como secas.
Si te estás preguntando “cómo saber si la piel de mi cara es sensible”, acompáñanos.
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¿Cómo saber si tienes la piel sensible?
Antes se pensaba que la piel de la cara sensible era siempre un cutis seco, con una piel fina. Es cierto que este tipo de cutis tiende a sentir molestias debido a su sequedad, pero si se controlan utilizando los productos cosméticos y de higiene adecuados no tiene por qué existir hipersensibilidad. No obstante, si tu piel es así, te recomendamos que elijas siempre una línea de cuidados para piel seca y sensible, con la que no correrás riesgos.
La piel de la cara sensible tiende a irritarse con los cambios de temperatura, cuando sufres estrés o con el uso de productos cosméticos que pueden ser incluso hipoalergénicos. Estas irritaciones se manifiestan con rojeces, sensación de resquemor o de tirantes, y a veces con descamaciones.
¿Cómo cuidar la piel sensible?
No todo vale
La piel sensible no puede exponerse a las mismas sustancias o tratamientos de medicina estética que las pieles normales. Por ejemplo, si tu piel es sensible está desaconsejado el peeling químico, y es más recomendable recurrir a tratamientos láser para borrar manchas de pigmentación o disminuir arrugas, pues actúan en puntos muy concretos, respetando el resto de la piel.
Limpieza suave
Los productos de limpieza de una piel sensible deben ser suaves, sin que eso implique menor efectividad. No debes usar jabones o limpiadores alcalinos si tu piel es especialmente sensible, pues es casi seguro que alteran un manto lipídico que no se encuentra en óptimas condiciones.
De todas formas, existen fórmulas muy variadas tanto para pieles sensibles y secas como para cutis sensibles y grasos. Puedes elegir entre limpiadores que se aclaran con agua, emulsiones, aceites (si, los hay aptos para pieles grasas) o aguas micelares.
Calmar y proteger
La rutina de cuidado de una piel sensible siempre persigue asegurar la correcta hidratación, pues cuando hay inflamaciones, la barrera defensiva de la piel se debilita. Calmar las rojeces sin llegar a necesitar corticoides es esencial, pues pueden causar un efecto rebote y no se deben usar en tratamientos prolongados.
En su lugar, se emplean activos vegetales como el azuleno, presente en la camomila, y lípidos afines a la piel, por ejemplo el escualano.
El cuidado de una piel sensible es el mismo para el rostro y para la piel del cuerpo, aunque el cutis y las zonas de piel expuestas suelen requerir de mayores concentraciones de activos calmantes.
Las pieles sensibles son cada vez más frecuentes y resultan un problema si no se cuidan con los productos adecuados. Una piel sensible inflamada puede llegar a presentar infecciones oportunistas, por no hablar de que envejece de manera prematura. El tratamiento de las pieles sensibles pasa por evitar todo aquello que pueda agredirla; esto incluye cosméticos, productos de higiene y tratamientos estéticos.